Marcel Duchamp nace un 28 de julio de 1887 en Francia. Su evolución artística es vertiginosa: será impresionista con 16 años, fauvista con 19 y cubista con 24. A medida que los años siguen pasando, sus trabajos se alejan cada vez más de los cánones adscritos a las corrientes pictóricas de la época; esto provocará el rechazo de las galerías donde exponía como ocurrió en 1912 con su Desnudo bajando una escalera, nº2. La obra, que mezclaba futurismo, cubismo y otras expresiones propias, sería rechazada por el Salón de los Independientes y tendría que pasar un año hasta su exposición en la Armory Show de Nueva York.
Como Duchamp tenía un soplo en el corazón y pocas ganas de aguantar a todos los que le criticaban por no estar combatiendo en el frente de la 1ª Guerra Mundial, decide dejar París y mudarse a Nueva York. Allí, junto a su amigo y artista, Francis Picabia, dará a conocer al movimiento DADÁ en Estados Unidos.
El Dadaísmo había nacido en 1916 en Zúrich como un movimiento de vanguardia artístico y literario. Sus principales creadores eran artistas que habían escapado de sus países de origen y se habían refugiado en la neutral Suiza. Veían en la gran guerra la decadencia de occidente. Ni el idealismo, ni el positivismo de la época habían evitado la destrucción de Europa. Por ello, con un marcado carácter antibélico y crítico, crearán un movimiento que más que arte, podrá considerarse un antiarte. Con la que estaba cayendo en Europa, no conciben la belleza como el fin último del arte, es más, consideraban que la búsqueda de un arte que complaciese los sentidos, era algo grotesco que no se podía consentir.
Dadá no son unos cánones estrictos o un lenguaje cerrado, es un modo de pensar y actuar sobre la realidad. Es una crítica feroz al arte, tanto al tradicional como al de las vanguardias. Es provocador, irreverente, ácido y desafiante. Rechazan de plano los principios burgueses de concebir al arte como una especie de anestésico y reivindican lo absurdo y lo irracional. El dadaísmo traerá consigo un desarrollo creativo sin precedentes y se crearán nuevas técnicas artísticas como los fotomontajes y los ready made (también llamado arte encontrado o objet trouvé). ¿Adivinan quien es el creador de los ready made? Exacto, nuestro amigo Duchamp, quien en 1913 le dará forma con su obra titulada Rueda de bicicleta.
La idea fundamental que subyace bajo la obra de Duchamp, es que un objeto común, ya existente, puede ser elevado a la categoría de arte porque el artista dice que es arte. Al sacar al objeto de su contexto original, este se resignifica en obra artística. Esta concepción expandiría los límites y cambiaría el devenir del arte moderno.
Los objetos pueden tener un nuevo sentido, se refuncionan y se revalorizan. Esto pensó Duchamp cuando en 1917 presentó en secreto, ante la exposición anual de la Sociedad de Artistas Independientes su obra La Fuente. La Fuente era un urinario blanco de porcelana firmado bajo el seudónimo R. Mutt. Lo curioso es que el propio Duchamp formaba parte del jurado que rechazó mostrar el urinario por considerarlo una burla y una aberración. Como respuesta, Duchamp y Arensberg dimitirían de la junta directiva. El famoso urinario se vería por última vez en la Galería 291, donde Alfred Stieglitz lo fotografiaría para la eternidad.
La pintura estaba embalsamada y momificada dentro de su ataúd en forma de museo y a Duchamp se le ocurrió que su Fuente fuese la encargada de lanzarse como objeto arrojadizo a la comunidad artística internacional. Pero algo no salió bien, sin quererlo había creado la primera obra de arte conceptual y había abierto la senda a toda la fauna que actualmente puebla los museos de arte moderno con su arte de no tener talento. El propio Duchamp explicaría:
“Les arrojé a la cabeza un urinario como provocación y ahora resulta que admiran su belleza estética…”
Aunque La Fuente original se perdió para siempre y solo quedaba la fotografía de Stieglitz, en 1950 Duchamp, autoriza más de doce réplicas que acabarían decorando famosos museos de arte moderno.
Actualmente existe controversia con quien creó realmente la Fuente. Estudios realizados recientemente parecen apuntar a que fue la dadaísta Elsa von Freytag-Loringhoven, también conocida como la Baronesa Dadá quien ideó la obra y que Duchamp sería el encargado de llevarla al concurso, quedando Elsa relegada y olvidada de la historia. Sea como fuere, que un objeto que supuestamente estaba echo para escupir en la cara de la comunidad artística internacional acabase siendo la obra de arte más influyente del siglo XX, nos hace plantearnos la increíble capacidad del capitalismo de absorber la crítica y transformarla en objeto de consumo. Por eso hemos querido nosotros también resignificar a R. Mutt y transformarlo en lo que las diferentes réplicas de Duchamp y el stablishment del arte lo han convertido:
Una marca de urinarios.
Así que, coge la pegatina que había en tu envío, pégala en el inodoro de tu casa y dedícate a orinar y a defecar sobre una obra de arte moderno.